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LOS NIÑOS AMAZON, LO QUIEREN TODO, LO QUIEREN YA

La teoría de los 6 grados, propuesta por el escritor Frigyes Karinthy en 1929, dice que dos personas desconocidas, aunque vivan en diferentes lugares, están conectadas por una cadena de conocidos que no excede las 5 personas entre sí. Actualmente, con la aparición de las redes sociales y los medios modernos de comunicación, se ha demostrado que la distancia es aún menor a 6. Los científicos de la Universidad de Milán usaron los datos de Facebook para demostrar que la separación entre dos personas es de 4,74 y para probarlo usaron los datos de los 721 millones de usuarios que existían en ese momento. En Twitter, la distancia promedio es de 4,67 y en LinkedIn es de 3.

Estamos en la era de la inmediatez, de contactar con gente, de pagar de una forma instantánea, fácil y muy segura con bizum, de acceder a cualquier película, serie o dibujos animados, de obtener un carsharing que ofrece la alternativa a tener coche para lo cual solo se necesita la app correspondiente y un sinfín de opciones más, todo en un clic. Esto a lo que nosotros hemos ido accediendo poco a poco, a nuestros hijos les ha venido dado desde su nacimiento.

Los avances hacen que educar hoy se haga de manera diferente a como se educaba antes. Ahora más que nunca tenemos que educar en el valor de la espera y el esfuerzo. Porque esta generación, a la que María Zalbidea cataloga en su blog sobre nuevas tecnologías Cosiendo la brecha digital como “los niños Amazon”, ya no sabe esperar. Y la consecuencia es que los padres tenemos que hacer un esfuerzo mucho mayor para transmitirles el hábito que se hará virtud en la paciencia, en la austeridad, en el sacrificio.

Tenemos demasiadas cosas, demasiadas opciones y mucha información a una velocidad vertiginosa. Los niños se abruman y no tienen tiempo para explorar, para observar, para aburrirse, para ser lo que tienen que ser, niños. Hoy en día nuestros hijos están llenos de extraescolares, no se les deja tiempo para jugar, debemos procurar pasar tiempo con ellos, asegurarse de que duermen bien, limitar el uso de la tecnología y garantizar tiempo para que desarrollen su creatividad esto les permitirá liberar tensiones a su edad.

Esta es la sociedad en la que vivimos y con ello tenemos que educar. Y ¿ahora qué?

Establecer rutinas, es el primer paso para comenzar en la primera etapa, con ellas pasarán a obtener unos hábitos para que desde la adolescencia a lo largo de su vida trabajen las virtudes para que puedan adquirir un dominio de sí, su libertad. Todos necesitamos un orden en nuestra vida, tanto mental como físico, a los niños les da seguridad conocer su entorno y tener una guía en el camino.

Lo que pueda hacer tú hijo, no lo hagas tú por él, decía Víctor García Hoz, primer doctor en pedagogía que hubo en España, porque evitarás su crecimiento y madurez. El desarrollo de todos los aspectos de la persona hace que vayan adquiriendo una autonomía adecuada a su edad de manera progresiva.

Para ello, los padres debemos fijar los límites en el marco educativo y las necesidades básicas. Lo básico para crecer bien como persona no ha cambiado de unos tiempos a otros y tenemos que tenerlo claro para poder educarlo en nuestros hijos. Se tienen más medios materiales a nuestro alcance, pero hay que saber darles un buen curso y uso, cuestión con la que hemos de lidiar los padres con respecto a nosotros mismos y a nuestros hijos, no crearse necesidades. El criterio general es más bien que falte que no que sobre: ser sobrio. Que un niño pueda tener un teléfono móvil a los 5 años, aunque sea restringido con 4 números, que un preadolescente o adolescente lo tenga de última generación porque se lo regalan con el contrato que hace de llamada nos debe hacer pensar. La austeridad comienza con los juguetes, la ropa, la comida, los planes, aprendiendo a disfrutar con poco, ayudando, cuidando a los demás desde todas las dimensiones de la persona, física, afectiva, intelectual y con la voluntad, tomando forma en cada uno de los constituyentes que nos definen quienes somos, la singularidad, la apertura (trabajo y comunicación) y la originación.

Los padres me dicen, “es que no me hace caso” y yo les digo, “y cómo no te hace caso…”. ¿Somos profesionales que triunfamos en nuestro trabajo y no vamos a poder con la “empresa” más importante que tenemos a nuestro cargo? ¡Claro que podemos! Como dice un clásico del refranero español, “contra el vicio de pedir, está la virtud del no dar”. Enseñaremos a nuestros hijos a que se esfuercen para obtener lo que quieren con el fin de que sean dueños de sí mismos y no esclavos de su apetencia. Para que el ser humano crezca necesita que algo tire de él para arriba. Sin exigencia no hay crecimiento, ni madurez. Lo que pasa es que, a veces, la exigencia tiene una connotación negativa porque se confunde con el enfado, “no puedo más” y “hasta aquí hemos llegado”. Hemos de tener miedo a exigir mal, no a exigir, acompañado con grandes dosis de cariño, “da más fuerza saberse amado que saberse fuerte” (Goethe 1749-1832). Con la exigencia permito que mis hijos se ejerciten en dos núcleos de virtud que son la templanza y la fortaleza. Y en el mundo de la virtud, la templanza es la base, ser capaz de hacer lo que tengo que hacer me apetezca o no.

El niño malcriado en el fondo es un problema porque es un niño que hace lo que le apetece, cuando le apetece, porque le apetece. Y ha hecho de eso norma de vida. Por eso es tan importante lo que hacemos en los primeros años de vida. Y en la sociedad que vivimos con lo que hemos visto de abundancia de casi todo…, disfrutemos de los avances, pero que no nos invada la abundancia y no nos haga egoístas y caprichosos.

La tecnología:

  • Es un medio, no es un premio
  • Tiene tiempo y reglas como todo
  • Encierra muchas posibilidades
  • Esconde peligros evidentes

A través de ella podemos conocer otros lugares, nos da información al momento, buscar cosas sin movernos de casa, escuchar música, nuevas series y películas… nos puede ayudar a acercarnos a realidades que no están a nuestro alcance y, en algunos momentos, también es un medio que puede ayudarnos a descansar y desconectar. Sin embargo, no es el medio que enseña nuestros hijos a comer calladito, a que nos dejen pasear tranquilos, a recurrir a ella como “niñera tecnológica” porque les mantiene pasivos, no son capaces de filtrar toda la información que reciben, pero lo peor no es el contenido sino el tiempo que consume, que debe ser proporcional a todas las cosas que le eduquen, que es lo que hace nuestro hijo a lo largo del día: jugar, pintar, ver o leer cuentos,  salir a la calle, jugar con otros niños, ayudar en alguna tarea sencilla de la casa… Hay que evitarla antes de ir la cama. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao nos dice que el tipo de luz que emiten los dispositivos retrasa la aparición de melatonina en el cerebro, que es una hormona esencial para dar el paso de estar despierto a estar dormido.

¿Qué pueden hacer los padres?

  • Definir las reglas que deben cumplirse
  • Los mejores premios: los afectivos el cariño
  • Apostar por ser influencers para vuestros hijos
  • Familias que se equivocan y aprenden de los errores
  • Familias que buscamos momentos détox digital

Es una carrera de fondo que deben correr nuestros hijos en primera persona, ayudándoles a que la abundancia no les impida ver lo que hay alrededor.

Publicado en la revista Hacer Familia Julio 2018

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