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Las Mascotas En La Familia

Me decía una amiga, “…mi marido me la ha jugado” y le digo “¿Tu marido?”, me dice “si, porque uno de mis hijos llevaba mucho tiempo pidiendo tener perro, yo era la única que no quería, porque tuve cuando era más joven y sabía lo que suponía. Mi marido me convenció poniendo unas condiciones a mi hijo. Yo sabía que el niño podía fallar, pero no que mi marido me fallara en las primeras de cambio y que fuese el peor de todos a la hora de hacerse cargo del perro”

Hemos podido oír situaciones como estas en muchas ocasiones cuando alguien cuenta que tiene una mascota en casa. Se la regalan o se la compramos a alguno de nuestros hijos y somos los padres quienes nos acabamos haciendo cargo de ellas.

A pesar de ello, las mascotas inciden directamente en la familia de manera positiva porque en los niños desarrollan su capacidad afectiva y de comunicación. Y en el grupo familiar vehiculiza sentimientos, afectos y reacciones diversas en cada uno de sus miembros.

Habrá que ver en cada casa que mascota se puede tener según las circunstancias del hogar, número de miembros en la familia, espacio, horarios, etc… La decisión compartida será el primer beneficio.

No es lo mismo un perro o gato, que un pez o tortuga, los primeros son animales de compañía que se llega a empatizar con ellos, se les coge mucho cariño, desarrollan la capacidad de esfuerzo, adquieren responsabilidad y lo segundos son más para adquirir esa  responsabilidad y aprender a que alguien depende de ellos y lo que eso conlleva. Al fin y al cabo todos son mascotas y lo importante es que les ayuden a sacar lo mejor de uno mismo, madurando como personas.

En el caso de elegir un perro se puede consultar las diferentes razas, cada una de ellas tiene unas cualidades “sociales”, donde se definen los rasgos de su carácter que facilitan o dificultan “su” amistad con el niño.

Una mascota puede sacar lo mejor de su dueño, haciéndole empatizar, mostrándose como es, sonriendo, aprender a mostrar su cariño, a darse y responsabilizarse,  porque aunque es un animal necesita que se le atienda.

Que los niños tengan un ser vivo del que se tienen que hacer responsables, en el aspecto de darle de comer, limpiarle, tener unas pequeñas obligaciones le ayuda en su desarrollo. En definitiva, gana en autoestima ya que se siente responsable de su cuidado.

Unos amigos tienen  dos caracoles que cogieron en el monte y los tienen por la casa. Los niños son pequeños y no veáis lo que se preocupan de donde están, si han comido… y el disgusto que se llevaron cuando uno apareció aplastado. Con ello han aprendido, a gestionar su tristeza, a que ahora está pero puede que no esté, lo que supone estar pendiente de ellos

También puede pasar que en una familia, se genere una competencia entre uno de los miembros de la casa y el animal de compañía, porque lo puede ver como un competidor. Aunque costoso es una oportunidad para el dialogo con nuestros hijos, para observarles y ver cómo se comportan en diferentes situaciones. Con esta experiencia les ayudamos a que se conozcan y trabajar esos puntos débiles, que les podamos dar la vuelta, haciéndoselos saber y apoyándonos en los puntos fuertes.

La asignación de tareas a cada miembro de la familia es decisivo a la hora de incorporar un animal en casa. Tenemos que tener en cuenta las edades de los hijos y de lo que realmente se pueden hacer cargo, porque si les pedimos más de lo que ellos pueden dar se puede convertir en una frustración para ellos y acaban renunciando al cuidado de la mascota que queda bajo la responsabilidad de los padres.

Explicarles que la mascota no es un juguete, que es un ser vivo, diferente a él pero hay que cuidarle y estar pendiente. Los padres debemos explicarles todas las necesidades que tiene un animal. Inculcarles, que como cualquier otro ser vivo necesita alimentarse, una buena higiene, hacer ejercicio, recibir cariño. Los niños aprenderán el cuidado de una mascota simplemente observando el comportamiento de sus padres.

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