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¿CUAL ES EL MEJOR REGALO?

Llegamos a una época del año que tiene una “magia” especial. Los hogares, establecimientos y calles se iluminan y decoran de una manera diferente. Las personas dedicamos a estar más tiempo con la gente que queremos, nos reunimos con los que viven más lejos, buscamos encontrarnos con los amigos y procuramos estar más pendiente de los demás. Tenemos una variedad de planes para realizar con nuestros hijos que nos dan la oportunidad de disfrutar y pasar más tiempo con ellos. Están exultantes de alegría, acelerados, nerviosos pero muy felices, esto hace que nos contagien, aunque a veces nos pueda “estresar” un poco más. De alguna manera nos transmiten la magia que viven, nos hacen recordar cómo éramos de pequeños y nos ayuda a ponernos en su lugar.

A todo ello le añadimos que la información que recibimos de todos los medios de comunicación posibles tienen el denominador común que son entrañables, cercanos, emocionantes y nos ayudan a sentir de otra forma. Podríamos decir que nuestra dimensión afectiva se potencia con todo lo que estamos recibiendo.

Y nos encontramos que debemos educar en estas circunstancias y no podemos pensar si antes o ahora era más fácil o difícil, si había menos medios o más, con lo que estamos viviendo acompañaremos a nuestros hijos/as en su camino. Es una realidad que la globalización ha hecho que todo sea más asequible y accesible y los padres y madres tenemos que tener recursos educativos para cada tiempo adaptándonos a los cambios sociales, familiares, tecnológicos, en los medios de comunicación y la innovación.

Hace unos días estaba con una familia y me contaban como una hija, en una de las aplicaciones de la Tablet de su padre, iba incorporando a “la cesta de compra” lo que quería para estas Navidades… hay diferentes formas de escribir la carta a los reyes.

La gran labor que tenemos los padres y madres es establecer el equilibrio entre lo que quieren, y lo que necesitan, siendo lo conveniente para que la magia no desaparezca. Es una tarea compleja de llevar a cabo porque la sociedad en la que estamos inmersos tiende al consumismo, confundido con el desarrollo del bienestar. Con esto quiero decir que, porque la sociedad del bienestar se desarrolle no debe ser directamente proporcional a consumir más. Es una oportunidad para formarnos y formar personas libres capaces de escoger lo que les conviene. De tal manera que tienen la posibilidad de fortalecer su libertad, ser conscientes desde pequeños de que es bueno, no tener de todo, ni lo que está a la última moda.

A veces me imagino que dentro de muchos años las personas trabajaran sin salir de casa y tendrán todo al alcance desde un dispositivo, de tal manera que no necesitaran moverse. Pero seguido pienso que eso dependerá de nosotros como eduquemos a las nuevas generaciones para que de una u otra forma no dejen de transferirse los aspectos fundamentales y necesarios para la convivencia.

Hace unos días hablando con un amigo, me contaba cómo había sido el cumpleaños de uno de sus hijos. Le habían regalado ir a pasar una noche a una posada toda la familia, son cuatro hermanos, para estar todos juntos fuera del entorno habitual. Con el objetivo de estar veinticuatro horas fuera, pasear, disfrutando de la naturaleza, y cuando llegue la noche divertirse con unos juegos de mesa, contando historias y anécdotas familiares.

Definir cuál es el mejor regalo no es fácil, pero sugerir que en este periodo realicemos una pequeña reflexión es necesario. Así podremos determinar cuál puede ser el mejor para cada uno de nuestros hijos/as sin desechar que el tiempo de dedicación para ellos/as es una opción que nos la demandan y a veces no nos damos cuenta.

Publicado en www.compar

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