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CONSEJOS QUE FAVORECEN UN AMBIENTE FAMILIAR EDUCATIVO

En estos momentos inéditos en los que estamos inmersos podemos aprovecharlos para ser más conscientes, perseverantes y coherentes en la acción educativa familiar porque mayor será la influencia en la formación de nuestros hijos. En la familia, el niño y la niña, es donde establecen los primeros contactos afectivos, aprenden a querer y ser queridos; a recibir y a dar; a compartir. En ella sienten la seguridad de ser aceptado y amado por él mismo, como persona, única e irrepetible.

“La familia es el agente básico en la formación del autoconcepto y en el desarrollo del proceso de socialización primaria, en el cual el niño adquiere las normas y valores fundamentales para vivir en sociedad” (La tercera revolución educativa. Esteve, 2003, 249).

A continuación, os hacemos una serie de sugerencias para favorecer el ambiente familiar educativo:

Estar pendientes de los detalles pequeños. El estilo educativo de una familia se configura en multitud de pequeños detalles ordinarios, al levantarse y acostarse; en los diferentes momentos de las comidas; ofrecer nuestra ayuda; cuidar las relaciones entre los hermanos y padres; la repetición de las rutinas hace que adquiramos unos buenos hábitos. Esas cosas de las que no estamos pendientes habitualmente y ahora podemos fomentar como pueden ser, colaborar en algunas tareas de la casa según las habilidades de cada uno o circunstancias personales; dejar la silla debajo de la mesa después de trabajar o comer; observar con que reaccionan y porque las personas con las que estamos conviviendo para evitar alteraciones; pensar que les gusta a los familiares que no estamos con ellos en este momento para hacerles un detalle virtual, etc.

Establecer un proyecto familiar es un objetivo que debemos establecer todos los padres y madres, ahora puede ser uno de esos momentos en el que podemos hablar de ello más tranquilos y en profundidad. Lo podemos ver como “la ruta en el mapa de la vida” necesaria para ponernos de acuerdo el padre y la madre en lo que queremos para nuestros hijos e hijas. En el podremos establecer los valores que deseamos que alcancen y las virtudes que pretenden desarrollar después de haber adquirido unas rutinas que se han convertido en hábitos. Sin que perdamos el objetivo de que queremos que sean felices y para ello necesitan adquirir una buena libertad que les permita decidir por ellos mismos y no que decidan los demás por ellos.

Retomar la autonomía generando que hagan las cosas en casa. Si son pequeños y les pedimos que recojan los juguetes esperad a que los recojan, no hacerlo vosotros; si son algo más mayores y les pedimos que pongan y recojan la mesa, tener la paciencia de que lo hagan y dejarlo como lo han hecho, sino interpretaran que para que lo van a hacer si luego vamos detrás a mejorarlo; y si hablamos de los adolescentes apoyarnos en sus fortalezas y habilidades para que vean lo que les valoramos y que les pedimos lo que realmente pueden y saben hacer mejor.

Fomentar un ambiente afectivo llevándolo a cabo con serenidad, sin gritos, aprovechando que no hay prisa, no hacer la cosas corriendo.

Los padres y madres debemos procurar poner nombre a como nos sentimos, contentos o tristes, no ocultar si sentimos dolor, ellos nos acogen mejor de lo que pensamos y aprenden a mostrar cómo se sienten. Debemos trabajar una de las mayores carencias que tenemos, no manejamos nuestras emociones, somos presas de nuestros sentimientos porque toman el control de nuestro cuerpo y se quedan ahí… parece que te calman, pero te destrozan porque los sentimientos no piensan. Pensamos con la cabeza, porque cuando pensamos sólo con el corazón nos podemos equivocar.

Desarrollar un ambiente intelectual con el ejemplo. En casa debe haber libros y nos tienen que ver leer, ahora es un buen momento para retomar alguno que dejamos no se sabe en qué momento. Leer abre la mente.

En las distintas comidas que tenemos ahora todos juntos es un buen momento para hablar. Respetar lo que cada uno diga por muy básico o simple que sea, o al revés, debemos aprender de todos y que mejor manera que fomentar las conversaciones.

Y, por último, propiciar un ambiente de libertad, la cual se entrena y se va aumentando conforme aumenta la madurez y la responsabilidad. Es gradual y a cada edad le corresponde la adquisición de unas virtudes. Primero entrenamos las propias como la sinceridad, la humildad, coherencia; después las de la realidad, orden, puntualidad, cuidado; y finalmente las de la relación como la amistad, respeto, alegría, etc.

Todos juntos vamos a salir esta situación y vamos a aprender muchas cosas, debemos ser capaces de CREERLO.

Publicado en www.compartirenfamilia.com

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